LUCHANDO CONTRA EL COVID (LIBERTAD)

Solo quedaba una hora para finalizar el toque de queda diario y poder volver a pasear desde la tranquilidad que me ofrecía el atolón de la inmunidad. Mis sentidos, más despiertos que nunca, volvían a conectarse conmigo, mientras que la ciudad ya casi dormía. Al pisar la calle miré a la luna y a las estrellas como la luz de la libertad. Las ramas de los árboles agitadas por el viento y el canto de los pájaros posados sobre ellas eran el sonido de la libertad; el aroma de las flores, el olor de la libertad. Acariciaba los troncos con el amor renacido por la vida y la naturaleza. El agua fresca de las fuentes resbalando entre mis manos era el tacto de la libertad; en mi paladar, el sabor de la libertad.